San Francisco y La Cerda por Galway Kinnell
El capullo representa todas las cosas, incluso aquellas que no florecen, ya que todo florece, desde dentro, por su propia bendición; aunque a veces es necesario volver a enseñarle a alguna cosa su belleza, poner una mano en su frente de flor y volver a decirle con palabras y caricias que es hermosa hasta que vuelva a florecer desde dentro, por su propia bendición; como San Francisco que puso su mano en la frente arrugada de la cerda, y le dijo con palabras y tocándola las bendiciones de la tierra para con ella, y la cerda comenzó a recordar en toda su gruesa longitud desde su hocico de hozar pasando por el forraje y el fango hasta el rizo espiritual de la cola, desde la dura espina dorsal a través del gran corazón roto hasta la pura y celeste ensoñación láctea que brota y se estremece de las catorce tetas a las catorce bocas que chupan y resoplan bajo ellas: la larga y perfecta belleza de la cerda.
